Aquí yacen los restos de Vidal Mendoza.Vivio 45 años. Fue clavadista de la Quebrada, combatiente en las 6 invasiones a Irak, D.J. en Ibiza y St Tropez, padre de nueve hijas, defensor de ballenas en el Mar de Cortés, y sobre todo enamorado de sus amigos y de sus mujeres. Le sobreviven Thom Yorke y Jack White, con quienes formó "The Anonymous, The Annoying and The Handsome", el grupo de Rock más importante en la historia de la música popular.
"El que tenga cochi, que lo amarre; el que no, pues no"

Overrated

Para Paco, un verdadero amigo

Nunca he entendido la obsesión clasificadora del hombre. Todo tiene un lugar en nuestros esquemas, de alguna u otra manera. Todo fenómeno racionalmente apreciable sucede en determinado tiempo y en algún lugar en el espacio, dice el soberbio Kant. Es así, quizá, como la memoria nos va recordando la vida.


Muchos años atrás, Aristóteles alcanzó el reconocimiento de sus contemporáneos por sus logros como taxidermista, antes que por sus aportaciones filosóficas.
Dicen sus biógrafos que Borges era obsesivo con los sellos postales. Mi madre sigue ordenando la vida de quien se deja, y mi padre clasificaba de manera meticulosa sus culpas para provocar mi exclusiva admiración.


En algún libro escrito por mi autor favorito, don No Me Acuerdo Quién, se apunta que ese impulso racionalizador surge a manera de rechazo a la única verdad sostenible: el caos es la única fuerza que ordena al cosmos.


En las tripas de toda clasificación, lo reconozcamos o no, se esconde el fantasma de la jerarquía de valores. (“Y el laurel dorado a la mejor opera prima es para…”: si la peli es buena , qué putas tiene que ver que sea la primera de un director. ¿O qué un novel cineasta no juega en la misma cancha que Scorsese, con independencia de los méritos propios de la obra?)


En el video club puedes encontrar en la sección de de comedia a Wedding Crashers y a When Harry met Sally juntitas, pero a Melinda Melinda la encuentras en el anaquel destinado a Cine de Autor. ¿Qué no son lo mismo? Pues no, porque “Woody Allen hace comedia, pero inteligente y con buen gusto”. No, no es cierto, lo que pasa es que “Zoolander no tiene autor”. Ah, caray! Es, entonces, una comedia bastarda, por decir lo menos. Perdón, pero cuando lo pienso sólo puedo imaginarme a una perro queriéndose morder la cola.


En las clasificaciones musicales de las revistas especializadas pasa lo mismo. “los 50 mejores discos pop de los últimos 30 años”. En dicha lista seguro aparece Bad de Michael Jackson, pero Blonde on Blonde de Dylan, no es tomado en cuenta, porque éste, por definición, sí es considerado en “los 20 mejores discos de la música norteamericana”. Así, pues, me pierdo siempre en los esquemas ajenos.


Entonces empiezan las acaloradas discusiones. Además, quienes discutimos con más ahínco las clasificaciones ajenas, nos identificamos por un común denominador: somos improvisados en las artes y oficios que nos apasionan. No sabemos nada de nada. No tocamos un sólo instrumento ni conocemos los vericuetos del arte fílmico (“No está dañada la cinta, sino la copia, corazón”). Es decir no somos más que unos tristes y pasivos espectadores del fenómeno.


Por ello, es que ante la falta de elementos contundentes que apoyen nuestra posición, poco antes de tocar la lona argumentativa, en el 9º round, siempre nos queda fuerza y testarudez para conectar el golpe definitivo: “No me chingues, Peter Gabriel está overrated”.


El concepto de lo sobrevaluado está encerrado en una paradoja chulísima: por un lado, supone que existe un método objetivo e irrefutable para clasificar de manera jerarquizada cualquier obra humana, y, por otro, cuando llegamos a analizar los métodos objetivos de valoración, se nos revelan tan porosos y blandengues como la cadera de un anciano con osteoporosis.


Es decir, podemos advertir que el primer lugar de un maratón le pertenece a quien llegó a la antes que los demás. Sin embargo, cuando se discute si Maradona es mejor que Zidane, el evento acaba en una batalla llena de sinsentidos.


Así, cuando la razón ya no alcanza, lo que no nos gusta, pero no podemos clasificar de malo se vuelve, simple y llanamente, overrated. Me encanta. Da la apariencia de que se tienen elementos irrefutables para el juicio, aunque sólo llena de tufos rancios nuestras afinidades, poniendo punto final a la discusión.


La carencia de ciencia en lo relativo a nuestras preferencias hace prueba plena de que “nada está escrito”; no existe, pues, un códice de la verdad estética (no sé, incluso, si dicho concepto existe o es en realidad una absurda contradicción. Bueno, lo realmente bello, si así se recibe con más comodidad).


Qué bueno que no existe tal verdad sobre dichos menesteres. Me siento libre cuando puedo decir lo que ironiza la canción de Radiohead: “Are you such a dreamer?/To put the world to rights?/ I´ll stay home forever/ Where 2 & 2 always makes up 5”.


La verdad nos hará libres”. No jodan. Esa sí que es una pendejada mayúscula. Ante lo probadamente verdadero no se puede hacer nada. Así es y te chingas. Dónde está, entonces, la libertad que nos brinda la verdad.


Imaginemos que felices seríamos si nunca se nos hubiera revelado alguna penosa verdad. Cuántas veces nos quedamos con las ganas de perdonar y la verdad nos impide hacerlo. En el fondo, todos queremos ser engañados, pero completamente. Si ya nos la habíamos tragado toda, qué sentido hace el desengaño. No nos tranquiliza ni nos hace más libres, sino lo contrario.


La verdad me caga la madre. Nunca la exijo ni sé cómo se ofrece. Me declaro fan del engaño, de las artes diplomáticas de posguerra y de las sonrisas mañosas y omniscientes. El misterio es la verdadero amigo del hombre, pues siempre queremos todo, todo el tiempo.


La gente que se ufana de decir siempre la verdad es la más aburrida, la que, como dijo un grande, “necesita papel rayado para escribirse”. Divertidos los disfraces. Sensuales los silencios.
Libre se es realmente cuando te topas con quien te da la libertad de ser honestamente siniestro (“Gracias por permitirme ser honesto cuando jugamos a la mentira”). Esa libertad nos abriga de una comodidad incomparable y de una felicidad “verdaderamente liberadora”.


Para acabar con esto, sólo me resta decir que, más que Pink Floyd, la verdad está overrated.

4 comentarios:

pacozorrilla dijo...

Para mi extraordinario amigo Vidal, compañero de mis horas más bajas, de las tardes destinadas a partir plaza, zenzei musical y tripulante de barcos en mares revueltos...

Ahora mismo me viente a la mente un comentario de sobremesa que cuestionaba nuestra auténtica, única y subjetiva percepción de las cosas...

Por un momento pensé en mis clases de filosofía y recordé q un francés se preguntaba algo similar... lo saqué a colación como quién escupe un pedazo de tela atorada en el cogote. Después de unos minutos decidí dejar el asunto, hace tiempo, no mucho en realidad, que me convencí de mi innata, inconsciente, espontánea y escurridiza naturaleza por olvidar lo q no me interesa.

Debido a mi incontinencia mental siempre he tenido problemas con nuestra humana manía, por clasificar las cosas.

En el arenero nunca entendí porq diez aguitas valían un espagueti, o porq los canicones con puntitos equivalían a una bolsa entera de ponches, tréboles y guacamayas. Al principio pensé que existía una "autoridad de las canicas" q determinaba su valor, pero por más q pregunté nunca pude dar con ella. Lo mismo pasó con las calificaciones escolares, las escalas, los tennis, las marcas de ropa y al final con nosotros mismos.

Para colmo, crecí en un ambiente escolar en donde todo era disciplina y en un ambiente social en el que absolutamente todos teníamos apartado nuestro lugar en la pirámide celestial. Así las clasificaciones, las disecciones, las excepciones, los blancos y los negros siempre estuvieron previamente determinados.

Debo reconocer que al principio padecí horríblemente esta realidad seccionada de, re, mega, sobre, infra, ultra pero sobre todo, ajenamente valuada.

Me esforcé siempre por recordar muy bien el valor asignado a cada cosa, aunq no me gustaran las guacamayas, llegué a jugar mi bolsa de preciadas aguitas y tréboles por un puto canicón verde.

Después demandé de mi madre q me comprara unos tennis de marca q costaban mi clóset entero, traté de hacerme a la idea de que sería ingeniero aún cuando el dibujo y las matemáticas me parecieran una tortura sistemática, finalmente, en algún momento, traté de ser otro para olvidarme de mi mismo.

Afortunadamente mi incontinencia mental y mi afición de comerciante me impidieron seguir con mis farsas autoimpuestas, por mucho más tiempo.

Creo q fué cuando tenía ocho años cuando empecé a comprar revistas porno q revisaba detalladamente, antes de revenderlas tres o cuatro veces más caras a los amigos q no se atrevían a pararse en el puesto de periódicos y preguntar directamente por esa vulgaridad.

Así vendí aretes, pulseras, playeras y demás porquerías q me encontraba a mi paso y q curiosamente siempre había alguien dispuesto a pagar por ellas. El negocio creció y se convirtió en un club en el q los miembros comercializabamos todo lo que se podía e incluso organizábamos las pintas de clase para los bien portados en forma de tour guiado.

Poco a poco dejé de esforzarme por recordar exactamente el valor de las cosas, decidí ocuparme de hacer números e inventar negocios, y hasta hace relativamente poco, entendí conscientemente lo que tú dices: la verdad siempre está overrated... pero tal vez, todavía más, cuando nos la tomamos demasiado en serio...

pacozorrilla dijo...

ya nomás por no dejar, una cita citable q seguramente ya conoces...

... los espíritus puramente lógicos, los dialécticos, son los más dañinos. La existencia es ya de suyo de lo más ilógico y milagroso. En el engranaje silogístico, perfecto y ruin de un abogado ergotista muchas instituciones jugosas y lozanas se prensan y se destruyen. Líbrenos los dioses de estos malos bichos teorizantes, fanáticos, rectilíneos, aniquiladores de la vida...

Julio Torri

Outsider dijo...

un verdadero placer encontrar lugares donde vale la pena gastar saliva y encarecer la miopía.

que haceis por estos lares!!??? yo ya llevo un ratón querido amigo

regreso con mis cometnarios, tengo que rumiar, contemplar, escupir un par de cascaritas de tabaco, y decir algo que sea mejor que el silencio, y le dejo la dirección de mi casa...ya sabes quien soy (y si no imagínatelo, jajaj, luego te digo)

www.eltionasty.wordpress.com

por cierto, en "opciones" de tu cuenta cambiale para que puedan comentar todos, no sólo los que están registrados en blogger. utilizo pues mi viejo nombre de blogger....

Anónimo dijo...

que nos libren los dioses de los hombres honestos, de las almas de buen corazón y corazones de grandes agallas. la honestidad nos encarcela en los barrotes azucarados de la culpa. los hombres para ser grandes violan la ley. los santos para ser mártires infringen lo verosímil. se trata de transgredir la piel de lo verdadero. llegar al tuétano rebanando el hueso. llegar a los huevos. es verdad aquél impulso que nos apendeja para hacer cosas de las que luego, por lo general, uno se arrepiente o se sonroja. la verdad entonces tiende a ser un impulso bestial que arroja héroes o villanos al mismo ruedo. quién necesita otra verdad que no sea la propia. mentirse a uno mismo es dictarse verdades al oído de la conciencia.

Nasty