Aquí yacen los restos de Vidal Mendoza.Vivio 45 años. Fue clavadista de la Quebrada, combatiente en las 6 invasiones a Irak, D.J. en Ibiza y St Tropez, padre de nueve hijas, defensor de ballenas en el Mar de Cortés, y sobre todo enamorado de sus amigos y de sus mujeres. Le sobreviven Thom Yorke y Jack White, con quienes formó "The Anonymous, The Annoying and The Handsome", el grupo de Rock más importante en la historia de la música popular.
"El que tenga cochi, que lo amarre; el que no, pues no"

Notas de bitácora de un festival de verano



En eterno agradecimiento a La Purpurina con sabor a Aparello, porque de piedras y de música se sostiene el mundo


Madrid, día 1 : maleta perdida: ropa de playa en Guadalajara. (Pero, Guadalajara, España, ¿no?- No, señor, Guadalajara, México.)
Unas breves horas son suficientes para reafirmar que la noche del verano madrileño es aburrida e insípida (¿por qué no hay música en las terrazas? - Pues porque hay vecinos, simplemente. - Pues que vecinos tan simplones.)

Madrid, día 2: había que regresar al maestro Velázquez. Misión cumplida y admiración reiterada: La Fragua de Vulcano es una chulada (¡hasta a los dioses les pintan el cuerno!)
Cerveza en un lugar tradicional madrileño: montadito de salmón maravilloso. El bonito ni es bonito ni es especial, es atún en lonchas grandotas. Es que no conocen el atún fresco. No hay que decirlo mucho, porque se ofenden.
Un madrileño de los que enamoran (gato viejo, viejo genial) entra al lugar. En automático me dice: ¡Hey tú! Eres cubano o qué. - Sí claro, qué no se ve. - Contesto con una ligereza tan artificial como inverosímil. Pues canta, baila, joé. - Dice imitando una salsa o un merengue o no sé qué. Reímos en sincronía.
Maleta recuperada.
Por la noche, un Pub que me trae buenos recuerdos: cerveza, caballito de bourbon. Imágenes que se repiten. Compañía amorosa. Mirada extraña (será que engordó, que el cuello lo tiene más ancho o es sólo la cabeza pelona lo que es diferente). Cuenta que no me permite pagar un bartender en honor a aventuras pasadas.
La migraña se hace presente. Noche sin dormir. Me di cuenta que los noticieros no tienen mucho que informar en la madrugada.


Madrid/Valencia, día 3: trayecto a Valencia en tren que sirve como mesedora para reponer el sueño. Despierto al llegar a mi destino. Me reprochan los ronquidos ( con comentarios y con miradas).
Valencia me sorprende: tradicional y moderna, calurosa y con aire delgado que sana un poco la migraña. Puerto europeo, pero con aromas gringos. No hay que decirlo mucho, porque se ofenden. Gente amable. Belugas enormes e inteligentes. Morsas en celo.
Carretera a Castellón. Yo pensaba que Chilpancingo era feo. Castellón se la mata.
La migraña regresa con más fuerza. Serruchos en la cabeza. Cada vez más seguidos. Se vuelve insostenible. Renuncio a Bright eyes y a Iggy Pop, con tal de logar reposo cerebral.

La cabeza sigue ardiendo. Intento dormir, no puedo. Toallas húmedas y amorosas en la frente. Cierro los ojos, pero la luz viene de adentro. Una arcada me avienta de la cama. Vómito ácido y corrosivo. Sueño repentino y pesado.


Dia 4, Castellón/ Benicássim: 9 horas después despierto aliviado.

A la playa de Benicássim. ¡No se diga más! Compro los lentes más grandes del stand (Made in China, of course) para evitar que el sol entre por alguna parte. La playa sí que sana.
Regreso a Castellón para una ducha reparadora. En la regadera, nervioso: Wilco a pocas horas. (¿Qué tocarán? ¿ Y si no son buenos? ¿ Y si Tweedy tiene un mal día? ¿Cómo sonarán las rolas del Yankee Hotel?)
Carretera a Benicássim: Muchas vías, demasiadas rotondas; todos los caminos del verano valenciano llevan a Benicássim.
El auto estacionado a 9,758 pasos del recinto. El nervio crece. Desde el puente peatonal se escucha un lánguido altavoz: "por dificultades técnicas, los Klaxons no se presentarán en el escenario verde a la hora programada; lo harán en la carpa fiberfib a las 00: 35". La marquesina que ya es visible, cambia su leyenda: Wilco a las 22: 20: de inmediato una ovación que alcanzo a escuchar.
Superadas las complicaciones con el boleto de entrada. Brazalete colocado. Entrada al recinto: jovencitas en poca ropa, sonrisas coquetas a granel. El festival convierte a Benicássim en Colonia Británica por 4 días. Jugadores de rugby (o al menos de eso tinen pinta) brincando sin parar. Carpas y carpas. Tomo conciencia de la juventud que dejé atrás.
Por reacción auditiva, pido mi primer trago: One big beer, if you please. En carambola me contestan: Sure, five tickets. A mi y a mi ineterlocutor nos vence el asombro en cuanto al idioma. Ostia, es que ya no se sabe. - Me comenta a manera de disculpa.
En ese momento me doy cuenta de que todo será así: Un antifaz. Genuino, pero disfraz al fin.
Nos acercamos al escenario verde a esperar a que empiece a tocar Wilco. A la hora programada, salen puntuales. Tweedy toma la guitarra, se acerca al micrófono para decir un predecible"Buenas noties Benisazzzin, hola Espania". La convocatoria es moderda: la mayoría conformada por adultos contemporáneos, uno que otro veinteañero snob con pinta de novelista y músicos aficionados que imitaban los acordes a la perfección, a la par que anticipaban los cambios de ritmo.
La primeras tres canciones correspondieron a la más reciente entrega del grupo, Sky blue sky, creando un ambiente folk, Dylanesco, country, íntimo ( Americana, dicen los críticos que se le debe llamar).
Sólo con decir que iniciaron con Either way creo que es suficiente. No lo dije en el momento porque se me atoró la voz de la emoción, pero la canción gritaba lo que sentía, sólo que Tweedy lo dijo por mi: Maybe you still love me/ Maybe you don't/Either you will or you won't/ Maybe you just need some time alone/ I will try to understand/Everything has its plan/Either way/I'm gonna stay/ Right for you.
La presentación iniciaba de esa manera, tan personal, tan soñada, tan dibujada que parecía bajo pedido personal.
El ambiente íntimo se mantenía con On and on and on
En vivo, los solos de guitarra de Impossible Germany suenan demasiado intensos, como un corazón abierto a punto de colapsar. Y precisamente porque le siguió I´m trying to break your heart, lo que prendió a los más puristas que no daban crédito a lo bien que sonaba una canción tan compleja (podías advertir como se encontraban las miradas de extraños con la intención de compartir un giño de complicidad en la omnisciencia: "están muy cabrones, pero ya lo sabíamos").
Llegó Spiders y sí que grité: "Spiders are filling out tax returns/Spinning out webs of deductions and melodies.
War on War y A shot in the arm de las más emocionantes y coreadas (comprobando que "We fell in love/In the key of C" es una línea tan espléndida como popular)
Lo restante fue maravilloso también, pero me lo quedo para poder cambiarlo cuantas veces me venga en gana.
Al terminar el concierto, se escuchaba entre el murmullo la petición a que regresaran a tocar Kamera y Jesus etc. Sin embargo, sonaba más a deseo que a reproche. Una presentación así no lo permite.
Nuevos "amigos" valencianos: todos rebasan los treinta. Afables, cálidos, interesados en lo que un mexicano en sus tierras pudiera decir. Como muestra de afinidad me hacen un ofrecimiento de lo más amistoso: Hey, Vidal, no quieres coca. - Me grita con total libertad. No, muchas gracias, estoy tomando whiskey. - Contesto, pensando que me ofrecían refresco para mezclar mi bebida. ¿Seguro? Si te apetece, nos dices.- Me reitera la amabilidad mientras asipra cantidades industriales de polvo. Me siento como un imbécil, pero me río.
Una hamburguesa tan buena como costosa. Un tiempo de receso auditivo.

De regreso al escenario verde. Invito a los valencianos a escuchar a Dinosaur Jr. Uno de ellos me dice que es mucho ruido para él; sin embargo, me presume que acaba de comprarle una guitarra al baterista de Sonic Youth. Me lo comenta emocionado, y entonces ya no entiendo lo de la aversión al "ruido".
Dinosaur Jr. sale a escenario con Almost Ready ( título y letra paradójica para una banda que ha consolidado el sonido grunge por décadas). El aforo es incipiente: siguen treintones y prensa especilizada, solamente. Me doy cuenta que es un festival para jovencitos a los que llama más el sonido del momento que los grandes nombres del arbol genealógico del rock(seguidores de Interpol, ignorantes de Joy Division). A fin de cuentas, eso no tiene la mayor importancia, cuando de música se trata (ni de música ni de nada, en realidad. Son sólo afirmaciones petulantes).
Interpretan una versión de Boys don´t cry. Una lectura interesante: desgarrada, gritona, plana, apresurada, saturada de reverbs. Miel para abejas rockeras. El escenario se llena y así se mantiene a lo largo de la presentación. Pocos fans auténticos de la banda, en su mayoría escuchas accidentales (me incluyo), pero que agradecen el espectáculo.
El cuerpo ya comienza a acalambrarse. Otro litro de cerveza. Otro cigarro. Un breve descanso.
Ahora, los Klaxons: conjunto de moda, muy protegido por la crítica. Una de estas múltilples bandas "salvadoras" de la escena británica. Dicen que es New Wave. No veo el porque. No podemos entrar a la carpa. El lugar atiborrado. Los escuchamos desde afuera. El público eufórico. Se baila y se canta. Se baila y se baila. Las jovencitas, en pleno exorcismo, se ufanan de sus ajustados cuerpos, portando breves prendas, retando exitosamente a la gravedad. Magik y Golden Skans retumbaron por toda la carpa y sus alrededores. Muy rítmicos. Muy de fiesta. Muy potentes. Muy temerarios. Hay algo con los músicos debutantes de ahora que son como esos ejemplares exóticos de las ferias caninas: son cortos, feos, contrahechos, muy limitados; sin embargo, parece que ellos no lo saben y se muestran altivos, insolentes, retadores, como si tuvieran 15 años tocando para grandes públicos. Lo hacen muy bien, sin más, pero les basta para una mención especial, pasando sobre los ejemplares más tradicionales de la feria.